Derrocado el gobierno porfiriano,
Francisco I. Madero nombró al ingeniero Manuel Bonilla como su delegado en
Sinaloa, para atender los asuntos políticos del estado y para impedir la
ejecución de los jefes vencidos. El ex gobernador Diego Redo y el general Higinio
Aguilar, quien fuera comandante militar de Sinaloa, recibieron protección del
general Juan M. Banderas hasta que salieron del estado de Sinaloa. Celso
Gaxiola Rojo ocupó interinamente la gubernatura, hasta el 7 de agosto de 1911,
cuando se organizó la junta militar de los jefes vencedores y su presidente,
Juan M. Banderas, asumió el cargo de gobernador para convocar a elecciones. Los
comicios se celebraron a principios de septiembre y fue electo el profesor José
María Rentería, quien tomó posesión de su cargo el día 27 del mismo mes, para
terminar el periodo que concluía en septiembre de 1912.
Francisco I. Madero fue electo presidente
de la república y tomó posesión el 6 de noviembre de 1911. Entre los miembros
de su gabinete incluyó al ingeniero Manuel Bonilla como secretario de
Comunicaciones y Obras públicas. A pesar de que el cargo le impedía cualquier
intervención en la política sinaloense, Bonilla no quiso perder la influencia
que tenía en el estado y aprovechó su puesto para intrigar y entrometerse en
los asuntos políticos de Sinaloa.
La actitud conciliadora de Madero con los
antiguos porfiristas y su indecisión para llevar a cabo las reformas sociales
demandadas, como la devolución de las tierras de las comunidades, ocasionó el
descontento y la rebeldía de algunos revolucionarios, como Emiliano Zapata en
el estado de Morelos, quien proclamó el Plan de Ayala (25 de noviembre de 1911)
que en su parte medular se ocupaba de la restitución de las tierras usurpadas a
las comunidades. También los revolucionarios sinaloenses participaron del
descontento por los actos y omisiones del presidente Madero; se opusieron al
licenciamiento de las tropas que ordenó Madero y algunos de ellos se
pronunciaron por el Plan de Ayala (Mocorito, 21 de febrero de 1912). Las ideas
agraristas referentes a la restitución de las tierras de las comunidades
tuvieron buena acogida entre los campesinos sinaloenses; sin embargo, su
movimiento estuvo mal preparado y careció de unidad, por lo que las fuerzas del
gobierno lo aniquilaron en 1913.
El gobernador Rentería no pudo preservar
la unidad de los revolucionarios sinaloenses, en buena medida por la solapada
oposición de Manuel Bonilla desde la ciudad de México, así que prefirió
renunciar el 26 de marzo de 1912 y retirarse de la vida política. Los seis
meses que restaban al periodo gubernamental fueron cubiertos por varios
gobernadores interinos, lo que nos da una idea de la caótica situación política
del estado. Celebrados los comicios, resultó electo Felipe Riveros para ocupar
la gubernatura de Sinaloa en el cuatrienio que empezaba el 27 de septiembre de
1912.
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