Luego
de más de 30 años en el poder, Díaz hizo un
simulacro de apertura democrática y llamó a elecciones ese año. Surgió un
oponente poderoso, Francisco Madero, que simpatizaba con la causa de la reforma
agraria, contaba con el apoyo del campesinado y postulaba el principio de la
no-reelección. Madero fue
encarcelado mientras se realizaban las elecciones y Díaz obtuvo una
victoria electoral por la vía del fraude.
Madero escapó de
la cárcel y se refugió en San Antonio, Texas. Exiliado en los Estados Unidos, Don Francisco I. Madero, expidió el Plan Revolucionario de San
Luis, desconociendo al Presidente, Vicepresidente y los Poderes Legislativo y
Judicial de la República, determinando una organización política y militar
revolucionaria y fijando el 20 de noviembre de
1910 como la fecha indicada para que principiara la revolución armada.
El 18 de noviembre se
inició en Puebla el primer
brote sangriento cuando Aquiles Serdán, uno de los más puros revolucionarios, fue
cercado en su casa. Al resistirse, lo hirieron y el día 19 murió.
Uno de los más destacados revolucionarios fue Pascual
Orozco, minero de Chihuahua, quien obtuvo los primeros triunfos en la lucha
armada al tomar Ciudad Guerrero después de fieros combates. Exiliado en los
Estados Unidos, fue muerto cuando regresaba al país. Otros seguidores de Madero en
aquella época fueron el Padre Orozco, Abraham González, José de la Luz Blanco,
Feliciano Díaz, Ignacio Valenzuela, Manuel Chao y otros muchos que permanecen
casi ignorados.
El General D. Porfirio Díaz, el viejo soldado de la República, obligado por
las circunstancias, renunció a su cargo de Presidente de la República el
día 25 de mayo de 1911,
renunciando a sí mismo el Vicepresidente Ramón Corral. El General Díaz salió
esa misma noche para Veracruz, en donde embarcó en el barco alemán y nunca regreso
al País.
Las esperanzas que muchos mexicanos tenían cifradas en Madero se vieron
frustradas por su incapacidad para mantener el orden.
Al triunfo de la Revolución Madero deja
intacto el ejército porfirista, mientras a su alrededor crecía el descontento. Los Porfiristas reclamaban sus antiguos privilegios; los zapatistas exigían
el reparto de tierras; la prensa lo atacaba a diario y las rebeliones de Félix
Díaz y Bernardo Reyes, independientes entre sí, confluyeron en la llamada
Decena Trágica para asentarle el golpe definitivo a Madero.
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